El guardián de las alturas,
Corría el verano del 1954, me llamo Julio, soy parte de una expedición
que intentara hacer cumbre en el coloso de America,
La expedición, estaba conformada por Raúl,
un eximio montanista, que era el jefe del grupo, los otros integrantes eran
Juan, Pablo, Alfredo y Fernando, como
olvidarlos esa foto en el puerto de Bs. As quedo en mi cabeza, la primera expedición
civil en hacer cumbre.
Todos ahí reunidos, haciendo chanzas
y bromas antes de salir , era una
aventura fabulosa, poder conquistar el
Aconcagua , el coloso de America y hacer cumbre
Viajamos a Mendoza, en avión, el
viaje fue ajetreado, llegamos a potrerillos y desde el aire se veía la pre cordillera, nos aclimatamos en Mendoza,
para luego ir a al puente del inca , y recalar en el cristo redentor ubicado en
el limite con Chile, para orar antes de empezar con la expedición,
Sentado al pie del cristo, sentí una sensación
extraña, mire al cielo y vi un gran cóndor volando, era un buen presagio , nos
quedamos mirando los dos, por unos instante, hasta que Raúl , me dijo que no lo
mirada, ya que no era buen presagio según la costumbre,
Nos dirigimos a plaza de mulas,
esperamos un tiempo, por que no había buen tiempo, hasta que Raúl, tomo la decisión
ir por el lugar mas difícil de ascensión, por el glaciar los polacos, y luego
por la vía normal para hacer cumbre,
Llego el día, estábamos todos
nerviosos, el día estaba perfecto, sol a pleno, poco viento; la caminata sería
de unas 3 a
4hs por sendas con mucha pendiente, eran las 15 hs , el cielo se había nublado,
camuflando con sus nieblas.
Alrededor tronaban los glaciares, como advirtiéndonos que no lo intentemos,
Fue la primera vez que sentí miedo en
mi vida, escuche un ruido , era nuevamente el cóndor con el cual habíamos
cruzado la mirada, estaba sobrevolando , arriba mío advirtiéndome algo, solo
atine a resguardarme atrás de una gran piedra, una avalancha inesperada , hizo
caer una gran roca acompañada de nieve casi eterna.
Fernando no tuvo la suerte que tuve yo,
quedo sepultado tras la avalancha, el cóndor me salvo la vida,
Raúl, y yo seguimos adelante, ya que
quedamos atrapados, no podíamos volver atrás, si no hacíamos cumbre estábamos
perdidos,
El cóndor volvió a aparecer, y me
marco que ya podía acceder al coloso,
El miedo se volvió en coraje, le
toque el hombro a Raúl asintiéndolo, hagámoslo acabemos con el,
Quedaban pocos metros y nos tuvimos
que colgar, trepándonos, fue algo asfixiante, el frío hacia estrago en mi, mis
pulmones estaban debilitados,
Cuando estaba por entregarme, volvió
a aparecer ese bello animal, y me dio fuerzas para seguir, ya no podía hacer
otra cosa que seguir hacia arriba, nada me paraba, con mis ultimas fuerza subí
y quede con los brazos abiertos en la plataforma blanca de la cumbre, lloraba
de la emoción, abrí los ojos y fue la ultima vez que nos cruzamos miradas con el
guardián de las alturas, siempre le estaré agradecido por cuidarme,
Tirado en el piso , sentí el aroma a
vainilla en su cantimplora tenia un whisky Bourbon que llevaba en su cantimplora
para festejar la hazaña, ya que era un rito tomar un trago para festejar cada
vez que hacia una cumbre, nos abrazamos
y lloramos un poco , por la hazaña,
Mi festejo al llegar a Buenos Aires
fue , tatuarme el cóndor en el brazo izquierdo en agradecimiento al guardián de
las alturas,
Fin